martes, 10 de marzo de 2009

08 - Marzo - 2009 Hermanitos De Tejea

La marcha de este día la realizamos conjuntamente con el grupo de montaña Almanzor, pero no todos los pisapraos se animaron, por lo tanto la foto de abajo, deja constancia de los que nos atrevimos a madrugar y darnos el palizón del viaje hasta el Raso. He de recordaros que este día no pudimos hacer nuestro habitual desayuno, pero algunos privilegiados si que hicieron un algo en Candeleda para tomar un café y eso se notó y mucho a la hora de la marcha.

Salimos de Ávila sobre las 8 de la mañana del Centro de Recepción de Visitantes y después de un largo viaje de alrededor de 2h y 30', con confusión del camino por parte del autobus incluido, llegamos al aparcamiento del Castro del Raso.

Como siempre sucede con las marchas del grupo, la salida fue en tromba, todos a una y a velocidad de vértigo, pero los pisapraos, acostrumbrados a todo, no nos dejamos amilanar y empazamos con paso cansino pero seguro.

El inicio de la marcha se hace por una pista forestal en bastante buen estado para a continuación seguir por una trocha muy marcada que desemboca en un puente que cruza la garganta Tejea. Desde una primer momento, ya vislumbramos el que va a ser el destino de nuestra marcha, los Hermanitos de Tejea.

En el puente, hacemos una especie de reagrupamiento para continuar por una trocha que sale a mano derecha pasado el mismo. El camino empieza a hacerse más duro y empinado, pero también más bonito a la par que desconocido, ya que una vez superado este punto hubo dudas sobre el camino a seguir. Uno de nuestro miembros propuso seguir el camino que conducía directamente al collado del Fraile, sin embargo casi todos optamos por seguir la trocha que nos llevó a un refugio donde hicimos el primer alto para reponer fuerzas. Y hemos de reconocer que estabamos confundidos, pues tuvimos que localizar otra trocha que nos condujese al collado del Fraile.
Una vez que llegamos al collado, aún nos quedaba por afrontar la subida más dura, la cual nos conduciría a la cima de uno de los hermanitos. Después de un duro esfuerzo, llegamos, pero nos estabamos en la cumbre, pues este hermanito tenía sorpresa y que sólo se hicieron dignos de ella, tres de nuestros intrépidos muchachos.

Descendimos del Hermanito, y disfrutamos del almuerzo, regado con buena agua y buen acuarius (estaría bien algún día un buen vinito de reserva); acabado el mismo, iniciamos el descenso pero por el camino que deberíamos haber cogido en la subida. La vuelta se nos hizo mucho más larga que la ida, debido al calor y a las ganas que teníamos de llegar al autobús y quitarnos las botas, aunque a mitad del camino volvimos a llenar las vacías cantimploras.

Una vez llegados al autobús, todos respiramos aliviados, pero tambíen estabamos contentos por haber conocido y haber logrado una nueva ruta que añadir a todos nuestros retos.

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