Los Pisapraos en la cumbre de la Serrota.
Llegamos, sin desayunar que todo hay que decirlo, al barrio alto de Pradosegar. Después de aparcar los coches, sacamos todo el material y nos disponemos a preprarar la mochila con raquetas, crampones, piolet etc... En esta tarea tardamos un buen rato, pero al fin todo va bien colocado.
Y por fin, emprendemos la marcha. Salimos del pueblo con dirección a la cima de la Serrota.
En esta primera parte nos encontramos con muy poco nieve y algunos empezamos a pensar que para qué vamos cargados con todo el equipo si parece que no nos va a hacer falta.
Pero a medida que vamos avanzando, nos vamos encontrando con mucha más nieve.
A lo largo del recorrido tenemos que cruzar alguna garganta, menos mal que no llevan mucho agua.
Hacemos la primera de las paradas y nos disponemos a colocarnos las raquetas ya que la cantidad de nieve acumulada es significativa y esta blanda, por lo tanto con el fin de no hundirnos mucho según vamos caminando, nos las colocamos.
Seguimos ascendiendo y esto cada vez se pone peor, más nieve y más frío.
El caminar con las raquetas entre los piornos se hace complicado.
Llegamos al chozo que se encuentra situado en el Prado de la Plata.Haremos un pequeño descanso, tomaremos algo de fruta y cogeremos fuerzas para afrontar la dura y larga subida que nos conducirá hasta la cima.
De uno en uno y en fila india iniciamos la subida todos juntos.
Pero a medida que vamos ascendiendo, cada uno va a su propio ritmo.
El esfuerzo que tenemos que hacer es considerable, y la subida se hace pesada, parece que nunca se va a acabar y que nunca llegaremos a la cima.
Otro momento de la subida, ya cada uno a su aire y con muchas ganas de llegar a la cumbre.
Los primeros Pisapraos ya han llegado a la cumbre y por fin han podido respirar un poquito.El día, aquí arriba, estaba bastante desapacible, hacia mucho frío, a veces se nos metía la niebla y el aire soplaba con mucha fuerza, así que esperaremos a los demás compañeros, nos haremos la foto de grupo, y rapidamente nos bajaremos.
Durante la bajada y debido al uso de las raquetas se producen algunas caidas, aunque sin consecuencias para el personal.
Volvemos a pasar por el chozo, pero esta vez cambiamos de camino y realizamos la bajada por la garganta: esperemos que no haya problemas bien de hielo ó de piornos.
El grupo en pleno descenso.
Tenemos que cruzar la garganta varias veces y debido a esto y a los piornos, el andar con las raquetas se hace incómodo.
Por lo que algunos compañeros dan con sus posaderas en la nieve, pero en su descargo hemos de decir que era la primera vez que las utilizaban y no estaban acostumbrados a ellas.